lunes, 24 de enero de 2011

ENTREVISTA A RAFAEL SPREGELBURD

Publicación 22 de enero de 2011 / Revista ALIAS, semanal cultural del diario il Manifesto (Italia) / Especial sobre el Teatro Argentino

 - Por Fabio Bozzato y Guillermo Jorge Alfonso (2010) -

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Rafael Spregelburd es mordaz con su país y es terrible con Europa, cegada por estereotipos y estrabismo. Cuarenta años, es considerado uno de los más brillantes autores y directores de teatro de Argentina, y entre los mejores emergentes en la escena internacional. El 26 y 27 de septiembre estuvo en Roma, en la segunda edición de Quirino Revolución, en el homónimo teatro dirigido por Gleijeses Geppy. Allí presentó dos obras, creadas como coproducciones entre teatros y artistas de diferentes ciudades. "Todo" obra producida por el Teatro Schaubühne de Berlín, es una especie de anatomía de la ideología. "Buenos Aires" se creó en Cardiff. Es la historia de un galés que desesperado se encuentra en la Capital argentina. Aquí se queda donde una extraña familia: una agente inmobiliaria fraudulenta, un profesor de física desempleado que quiere proponer a la NASA una patente sobre el agua y una joven que se escapó de la casa donde dejó a su hijo. Lo que se crea es una delgada atmósfera suspendida entre la crueldad y el engaño. 

En "Buenos Aires" elaboraste con gran ternura y amargura el perfil de la idiosincrasia argentina. 
El mío es un país con una mentalidad muy infantil y una historia muy joven. Admira y envidia la historia de Europa, aunque sea una cadena de hechos terribles. Argentina se ha creído ser un país europeo fuera de Europa. Pero por supuesto no lo es. Se trata de una nostalgia por algo que nunca fuimos. No vemos lo que somos, preferimos pensar que esto estaba destinado a ser un gran país y que jamás logró serlo. En nuestra Constitución se dice que este es el país de los argentinos y de todos los que quieren venir a vivir aquí. Es uno de los pocos en el mundo que acepta los inmigrantes sin muchos problemas. Uno puede vivir aquí sin documentos y rápidamente hay la posibilidad de obtener la nacionalidad. La fuerza de la migración que en Europa se ha convertido en una pesadilla, para la Argentina es su propia naturaleza. 

¿Europa sigue siendo tan importante en la imaginación argentina? 
Absolutamente, sí. Buenos Aires fue construido como una imitación ridícula de una ciudad europea, una mezcla de Viena, París y otras cosas improbables. No tenemos rastros de antes de los colonizadores, como si no hubiera habido resistencia cultural. Y si pienso en mi historia familiar, descubro que los acontecimientos de las guerras europeas del siglo XX han repercutido más que la guerra del Chaco con el Paraguay, a pesar de que es la historia nacional.

Tu familia tiene raíces alemanas. 
Sí, mi abuelo llegó aquí durante la Primera Guerra Mundial y murió cuando mi padre tenía 12 años. Lo dejó en un orfanato con un hermano menor. Ellos no hablaban alemán y esa cultura nunca la conocieron. Yo comencé a estudiar alemán ya adulto, porque estaba trabajando en Alemania. Fue así que encontré los orígenes de mi familia. El hecho es que el apellido fue mal transcrito y copiado mal, y nadie sabía explicar. Mi abuela, su esposa, era rumana. Por el lado de mi madre, sin embargo son italianos y gallegos. Pero aquí es normal. Aquí nadie te pregunta: ¿De dónde es tu familia?. Todos sabemos de llegar de algún lado lejano del mundo. Me gusta pensar que la gente aquí tiene padres y abuelos que han dejado a Europa con la intención de no volver jamás. 

Pero también hay un "lugar latinoamericano" en la imaginación argentina? 
Esta es otra gran pregunta que nos hacemos y siempre tiene que ver con Europa. Porque el concepto de "Latinoamérica" es un lugar proyectado por Europa con sus imágenes de nobles salvajes, el indio, el otro. Pero eso es una falsificación. Latinoamérica tiene hoy una identidad compleja y no es lo que Europa inventa sobre nosotros. Para mí, la identidad latinoamericana es mestizaje. Mi cultura es híbrida, puedo juntar cosas que en otros lugares sería imposible mezclar. Nuestra cultura es permeable a cualquier cosa. Esta es nuestra verdadera identidad. En mi trabajo puede influir un texto mexicano, como un australiano. No hay pudor en eso, porque no tengo el peso de la tradición, de la tarantella en la espalda. La identidad no es un problema nuestro, es una pesadilla europea. Los europeos observan nuestro mestizaje y suponen que es algo de post-moderno. Pero es ridículo hablar de la post-modernidad en países que no han conocido ni siquiera la modernidad. 

Utilizas mucho el registro del ridículo para contar una historia contemporánea. 
Mira, lo que para los europeos es grotesco o realismo mágico, para nosotros puede ser realismo puro. Es una cuestión de puntos de vista. Yo, por ejemplo, no creo que la vida es una línea trágica que corre hacia la muerte. Al contrario, creo que el destino del hombre es simplemente ridículo. La tragedia como modelo y estructura de la historia, contiene siempre un elemento moral: el hombre/personaje se atormenta de sus propias incapacidades o sus errores. Es la idea de que las cosas viajan en una sola dirección: el Juicio Final, la batalla entre ángeles y demonios, el triunfo del bien. Esta narrativa judeo-cristiana, me parece una fantasía loca y un poco hollywoodiense. ¿Este es el único modelo del mundo? Espero que no. Hay otras experiencias humanas sensibles. Obvio que exagero. Pero hablo de un código profundo de la cultura europea, que necesitaría una crítica igualmente fuerte. Se puede pensar que las cosas puedan viajar en muchas direcciones, que las historias no son lineales. En la obra "Buenos Aires" hay una comedia que avanza en una dirección, y una tragedia que avanza a otra. 

Justo la tragedia está representa por un hombre europeo, del cual no sabemos nada...
Porque es una tragedia privada, no social. No es comunicable. Cuando él lo explica ya es demasiado tarde, todo el tiempo se mantuvo latente. Para él Buenos Aires no es un lugar para venir a construir un futuro, es un lugar donde morir. Intenté amplificar la angustia de lo provisorio de la vida en torno a esta extraña familia que se sienta a la mesa para comer spaghetti y vive de las libras del bolsillo del europeo. La palabra clave es: “ahora”. "Mañana" no existe, acá no lo conocemos. Porque la idea de “futuro” nos la robaron. O quizás también esta, es una categoría europea del tiempo… 

Entonces, ¿Cómo definirías tu teatro? 
El mío es un teatro radicalmente híbrido. Creo en la idea de entropía. Las fuerzas del cosmos no son regidas por causa y efecto, sino simplemente se producen y dispersan. Me gustan las obras teatrales de dispersión, que se abren, que se abren todo el tiempo, como algunas melodías, sin resolver. Y terminan. Simplemente en algún momento, así. En Europa, mucha gente me pregunta: ¿Qué quiere representar? Nada, es sólo un cuento.

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