jueves, 4 de noviembre de 2010

Música a ustedes




Que sean música para oír.
Hagan de sus actos música para sí mismos, para quienes los rodean y se acercan dispuestos a oírlos.
Desaparezcan y vuelvan a reencarnarse en otro compás o en otra canción con nuevos itinerarios y fuerzas.
Déjense invadir por la vida, que invoca a la vida.
Que todos los días fluyan sus notas, sus acordes, su melodías, armonías, ritmos y silencios destinados a ser, y que nada los derribe hasta que alcancen su final.
Que sus acciones tracen el pentagrama que día a día tienen en sus manos.
Sean música.
Busquen música.
Permítanse perderse, para así volver a encontrarse.
Imiten a la música, como esta ha sabido oírlos.
Convivan en armonía con otros ecos, sepan hacerlos propios, y permitan aquellas presencias en concordancia con las suyas.
Liberen la unión con el Universo, respondiendo a cada uno de sus tempos.
Fusiónense con lo que oyen, y sepan callar.
Bailen con cada uno de sus colores, que es el modo más vibrante de callar.
Lancen sus segundos y minutos como música.
Hagan de sí mismos un espacio invisible donde habitar.
Dejen una sinfonía para otros.
Festejen como el sonido de un saxo.
Abracen como el sonido de una guitarra.
Descúbranse como el palpar de un piano.
Besen como cantos de distintas voces.
Y cedan noblemente como la respiración de un cello, que desfallece para volver a surgir.
Para todos los músicos que nos traen música.
Para quienes hacen de sus momentos: música.

(Música a Ustedes - 2008)